Para realizarte una audiometría, cuando llegue a la clínica le harán unas preguntas generales acerca de su estado de salud y sobre las situaciones en las que ha notado dificultad para escuchar sonidos. Justo después, le observarán con el otoscopio el interior del conducto auditivo y el tímpano (otoscopia). Tras realizar este estudio básico, le pedirán que pase a una cabina o sala insonorizada.
En segundo lugar se realiza una sencilla prueba (impendanciometría y timpanometría) con diapasones o con un impendanciómetro en la que el paciente podrá permanecer pasivo. Para verificar el correcto funcionamiento del oído medio, tímpano y cadena osicular. Simplemente se observa si la transmisión del sonido es la correcta o está alterada por alguna causa (resfriado, mucosidad, inflamación…)
En tercer lugar, para la audiometría tonal liminar le pedirán que se ponga unos auriculares para estudiar la conducción aérea, es decir, la transmisión del sonido con normalidad a través del sistema auditivo. Después mediante un vibrador ósea apoyado en el hueso se estudia la conducción ósea, que sirve para saber si el oído interno y el sistema nervioso funcionan correctamente. El técnico o audiólogo que realiza la prueba emitirá unos pitidos con intensidad y tonos diferentes. Le pedirá que haga una señal cada vez que oiga un pitido; así se podrá identificar a qué volumen y tono no escucha bien los sonidos.
La siguiente prueba (logoaudiometría) consistirá en repetir una serie de palabras a distinta intensidad. Esto determinará el porcentaje de inteligibilidad del paciente, es decir “cuánto entiende una persona cuando se le habla. Esta parte de la prueba es la más importante, ya que se estudia cómo en el día a día hay dificultad para entender palabras o frases. ¿Alguna vez ha dicho “oigo que me hablan pero no entiendo lo que me dicen”?